Reflexión de la Semana 7 de julio, 2012
Honestidad y sinceridad
Sinceridad no significa simplemente hablar con franqueza. Significa conocer claramente lo que sucede dentro de ti.
Tal
claridad se refleja en tus palabras, que tendrán el poder de la verdad,
y surgirán con facilidad y sin vacilaciones. La sinceridad genuina
cultivada dentro de ti es lo que les llegará a los demás y les
influirá.
Si los demás te influyen fácilmente a ti, tu capacidad
de ser sincero se reduce. Los demás no podrán recibir de ti ese
sentimiento de verdad, y en tus relaciones no habrá un sentimiento de
amor. Parecerán superficiales. Aunque el amor superficial es mejor que
la carencia de amor ya que por lo menos asegura que no te vuelves
totalmente frío, es obvio que no es el auténtico.
Se necesita
mucho coraje para ser honesto. Una de las cualidades más nobles de una
persona es la capacidad de decir: «Lo siento. Estaba equivocado y tú
tenías razón». Lo que importa no es tener razón, esgrimir argumentos
contundentes o lograr que acepten mis ideas. Lo que importa es ser capaz
de reconocer mis errores, hacerme responsable de ellos, aprender la
lección y seguir adelante con mayor grado de madurez.
La
honestidad espiritual significa: ?sé fiel a tu propio ser?. Es uno de
los pilares de la grandeza, ya que permite experimentar el amor de Dios,
y el sentimiento de que Dios y yo estamos muy cerca. Hay un gran poder
en esta experiencia. Por desgracia, en lugar de disfrutar de tal
grandeza de una forma natural, la mayoría de las personas renuncian a
esta oportunidad poniendo excusas. Las excusas también son una forma de
la falsedad.
Donde hay sinceridad y honestidad, los sentimientos se vuelven puros y limpios.
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